Acabo de venir del cine. Fui a ver «Elefante Blanco»... y me quedé con un feo sabor en la boca. Me pareció oportuno compartir algo.
No voy a entrar en lo cinematográfico. En ese sentido me pareció bastante buena, con buena fotografía, ambientación, escenas muy realistas, por no hablar de las actuaciones, ciertamente adecuadas, o coherentes con el caso. Pero...
Para empezar, me costó ver a Darín (= Julián) en el papel de cura, algo no me "cerraba"; quizás haberlo visto en tantos otros. O quizás porque de ese rol algo puedo decir.
No me cierra el encuentro con el cura belga, sin que quede claro cómo y dónde se conocieron. Y menos que Julián sea confesor de Renier (= Gerónimo) (¿a distancia?). Tampoco me cierra el desenlace porque no me parece ni siquiera razonable la actitud de Julián, por más que sí resulta positiva y sumamente contrastante la imagen de los dos cortejos.
Pero algo me surge del tema en general: los curas villeros. Y los villeros.
Para empezar, hay diferentes curas y diferentes estilos y propuestas de trabajo de los curas en las villas. Ciertamente, esto lleva a que la cercanía, los modelos o propuestas sean mejor o no tan bien recibidos en uno y otro caso. Más de una vez se hace referencia a Carlos Mugica (hasta en francés, ¿por qué no se subtitula ese diálogo?), y hasta incluso la película está dedicada a él. Pero -como bien se dice- las cosas, las villas, la situación son muy distintas hoy a como lo eran en tiempos de Carlos. Pero así planteado, pareciera que el trabajo de Julián y sus compañeros se presenta como "la continuidad" con Mugica, y por lo menos habríamos de decir que "hay otras continuidades".
También podríamos decir que uno puede preguntarse: "¿qué cosas hace en la villa el padre Julián (y sus compañeros)? hay otros curas que hacen otras cosas; y si de construcción de viviendas se trata, Pichi sucesor de Mugica en "la 31" enseñó con su ejemplo el trabajo en cooperativas, cosa que no parece que sea el caso en la película. Y se podría señalar otras tareas (aunque en una película, obviamente no tendrían cabida). Pero la sensación que da Julián es que está con la gente, acompaña a la gente, pero muchas veces "desde arriba" (como desde el balcón desde donde muchas veces mira). Algunas escenas me parecieron notablemente obvias y esperadas, como la historia de amor, cantada casi desde el primer minuto.
Pero el principal sinsabor tiene que ver con la villa, y los villeros. No creo que se pueda dudar que esa es la realidad de hoy en la villa (y en eso, bien distinta de la vivida por Mugica), pero ¿eso es todo? ¿No hay otras realidades en la villa? No se ve un partido de fútbol en toda la película, no se ven camisetas de equipos, no se ven fiestas (de 15, de bautismo, de bodas; sólo una de ordenación de cura en la villa, algo sumamente improbable), no se ven borrachos...
Casi que no se ve "vida". Como que la villa es sólo muerte, y que la única "vida" puede venir de fuera, sean curas (el que queda es más de fuera todavía, porque es extranjero), sea trabajadora social. La villa no tiene salida alguna, y lo único positivo dentro, parece ser "blanco". Y tengo serias dudas que muchos curas villeros estén de acuerdo con eso. Estoy convencido que Carlos Mugica no lo estaría.
Eduardo de la Serna