El 30 de noviembre del año 1783 se fundó el primer establecimiento de Buenos Aires: el Teatro de la Ranchería.
Por eso, hoy se conmemora en todo el país el día nacional del Teatro.
Fue una iniciativa del Virrey Vértiz, que tenía como prioridad hacer de la Ciudad una "digna capital del Virreinato".
El lugar, oficialmente llamado Casa de Comedias, se convirtió en el ámbito en que se presentaban dramas, comedias y tonadillas cantadas al estilo español. Emblema de la cultura, un incendio lo destruyó en agosto de 1792 y hasta 1804, que se inauguró el teatro Coliseo, la Ciudad no contó con un espacio de esas características.
Lo cierto es que la actividad teatral persistió en el tiempo, y hoy no sólo en la Capital, sino en todo el país, se expande en una multiplicidad de salas y circuitos que les ofrecen espectáculos de alta calidad a quienes se acerquen a verlos.
“Buenos Aires es hoy en su actividad sin duda la capital teatral de los países hispanoparlantes”, dice el dramaturgo Mauricio Kartun: “La aparición temprana del circo criollo primero y el grotesco generaron una serie de signos identitarios muy fuertes y muy singulares que llegan hasta hoy en su vigencia”.
Para el secretario general de la Asociación Argentina de Actores, Luis Alí, “el tema es que lo que está visible por ahí para el gran público es lo del teatro comercial. Pero evidentemente el teatro independiente no ha parado nunca de producir y es lo que esta sosteniendo actualmente la producción teatral tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en todas las provincias”.
En ese sentido, Alí subraya: “El teatro está llegando a todos lados; sólo que me parece que está visibilizado lo que aparece en los programas de espectáculos y eso se reduce a lo que ocurre entre los mismos compañeros y tal vez no está reflejada la actividad cultural que hacen los compañeros en todo el país. Creo que hay un avance importante y que se hacen cosas buenas”.
LA MAGIA
Hay quienes sienten que el teatro es una experiencia lejana y poco accesible. Si bien hay iniciativas para que cada vez se ensanche más el público, aún no tiene la llegada que tienen otros medios de expresión artística. ¿Qué es lo que se pierden los que consideran que se trata de algo aburrido, poco interesante?
“Se están perdiendo la posibilidad de vivir una experiencia que tiene que ver con el contacto directo con el actor, eso es fundamental. Además del tipo de obra, de recuperar los viejos textos clásicos y de toda la nueva tendencia. Se están perdiendo abrir los ojos. Hay mucha cantidad de autores y directores con distintas estéticas de puesta, y me parece que ahí hay un todo el mundo que no te lo da la televisión ni te lo va a dar el cine. Ese hecho es único, irrepetible”, sostiene Alí.
Kartun afirma que el teatro se trata de “una actividad expresiva gozosa y de posibilidades muy accesibles. La abundancia de salas, la profusión y calidad de los maestros y la calidad de los actores nacionales lo ha vuelto un medio extraordinariamente prestigiado. Más allá de eso la formación teatral, aunque no se la piense como fin profesional, es una herramienta de autoconocimiento, de desarrollo de la capacidad comunicadora y expresiva de notable utilidad. Un medio, digamos, de aplicación en todos los campos de la vida”.
En relación a los mecanismos que se pueden desplegar para que la actividad se expanda a un mayor número de personas, el secretario de Actores subraya que “hay una actividad de fomento que no es suficiente, pero que lleva adelante el Instituto Nacional del Teatro y Proteatro en la Ciudad. Desde el IN le dan más bola y en Proteatro estamos cada año peleando por un mayor presupuesto, para que se puedan bancar las salas y los grupos de teatros independientes. En esos circuitos, las entradas son mucho más baratas y los espectáculos son de calidad”.
Hay que “entender de una vez que la cultura no es un gasto sino una inversión. Que la actividad artística es un camino gozoso y práctico al conocimiento. Que el acceso a la cultura es incluyente y que la inclusión es felicidad, trabajo y seguridad. Y que para lograrlo se trata de invertir sin especulaciones de rédito político inmediato sino apuntando a un plan de al menos dos décadas. Tanto en los planes de subsidios como en los teatros oficiales”, dice con vehemencia Kartun.
“Veo al Complejo Teatral de la Ciudad en estado de peligro cierto. Veo al macrismo apuntando al proyecto más devastador de todos que es el de las coproducciones con empresarios privados, que como el caso reciente del Hamlet en el Alvear armó una puesta alrededor de intereses personales medio patéticos, aumentó el valor de las plateas un 60% por encima de otros espectáculos del Complejo y terminó en conflicto con los actores por cuestiones de pago. Un bochorno. Y una amenaza que si la gente de la cultura no conjura convierte en dos años a los teatros del gobierno de la Ciudad en empresas de paredes”, concluye, alertando sobre los peligros que la administración macrista cierne sobre la cultura.