Al comenzar la lectura de
Los Garcas. Una tipología Nacional (Editorial Planeta), de los hermanos
Vicente y Hugo Muleiro, ya desde su título, da la sensación de que el periodista y escritor, actual subdirector de Radio Nacional, y su hermano colega, otrora director de Télam, entre otras múltiples tareas, se hubieran determinado a trazar irónica y hasta sarcásticamente la genealogía del garca nacional, concepto que surge de la fusión entre el lunfardo que invierte el término cagador y la abreviación de oligarca, categoría política acuñada por el filósofo griego Aristóteles, a miles de años y kilómetros de la Argentina. Sin embargo este voluminoso libro, no exento de ironía ni sarcasmo, se encarga de repasar de un modo tan contundente y por qué no en clave jauretcheana la historia de una clase que desde los tiempos coloniales se encargó de concentrar poder, abusar de él en su propio beneficio y odiar al pueblo. Allí queda clara la intención seria y profunda con la que se escriben estas páginas.
–¿Esa fue la intención desde el principio?
Vicente Muleiro: –Pensábamos que era interesante dar cuenta de que los garcas de hoy no salen de la nada, sino que tienen una apoyatura material y conceptual que tiene su historia en la Argentina, y cuando se dicen ciertas cosas, se puede acudir a la vasta biblioteca del ensayo y la historia argentinos y darse cuenta de que el racismo no es casual, el clasismo no es casual, y que los personajes de hoy heredan muchas de aquellas formaciones o malformaciones con las que se arman la política y el Estado argentino.
–¿Cuándo y cómo empezaron a gestarlo?
Hugo Muleiro: –A lo largo de nuestra actividad periodística, venimos de hace tiempo compartiendo una mirada sobre el país, sufriendo lo que sufren todos e interpretándolo de una manera muy coincidente. Este libro concentra en la palabra
garcas dos conceptos básicos que se unifican en los personajes que estamos presentando. El oportunista, ventajero, y el corte de la palabra oligarca, también usada en la política a lo largo de varios períodos para dar cuenta de una casta que se caracteriza por reunir riqueza usufructuando bienes, sobre todo públicos, con un profundo desprecio por los que no son de su clase, racista, que por lo general tiende al uso de la violencia para defender sus posiciones, y es partidaria de la represión. Lo vimos en el Borda como última evidencia. También añora un país que esté supeditado a un poder extranjero central.
–Siendo que fue su primera experiencia juntos, ¿cómo surgió y cómo eligieron el tema?
VM: –La idea de hacer un trabajo juntos nos acompaña desde hace mucho; planeamos hacer programas de radio y otras cosas y nunca lo hicimos, porque cada uno tenía su actividad y nunca se daba la ocasión. Pero teníamos ganas de hacerlo, y de dar cuenta de los personajes cuyo oficio es el daño sobre las mayorías. En ese sentido fue bastante fácil ponernos de acuerdo en lo importante que es conocer al que nos perjudica. Y un tema que fuera funcional a una lucha cultural que es cada vez más necesaria. Empezamos a pelotear hace dos años y medio y nos pusimos a trabajar seriamente hace dos años con mucha intensidad, hasta terminar en febrero de este año. La decisión fue tomar personajes vivos para dar cuenta más de este momento. Cuando estaba en imprenta se murió uno, (José Alfredo) Martínez de Hoz, que era emblemático.
–Pareciera que les va a generar algunas enemistades, o al menos reproches, ¿lo ven así?
VM: –Mirá, el libro acaba de salir, pero tengo la experiencia de haber escrito con María Seoane, El dictador, y luego hice 1976 El golpe civil, y en ninguno de los casos hubo nada grave. Además no somos los únicos que escribimos estos temas. Parece que están concientes de que salir a torear amplificaría el libro, entonces prefieren callarse.
–Es que el término supone un insulto, quizá, pero ¿existe el orgullo garca?
VM: –Yo creo que el que es garca está orgulloso de serlo, y no se tiene por qué defender porque ha trabajado muchísimo para serlo. A algunos les vino de cuna, como el caso de (Carlos) Blaquier o Martínez de Hoz, pero otros, como Marcos Aguinis o Héctor Aguer, han trabajado denodadamente para ganarse el apelativo.
HM: –De todos modos, no veo en los doce personajes que están en este libro ninguna persona permeable a las críticas, relativamente enérgica, como puede ser la de este libro, ni otras más o menos enérgicas. No hay gente tolerante ahí, la intolerancia es una condición garca por naturaleza.
–Por lo que hablamos y el mismo libro, queda claro que garca no solo se nace, también se hace.
HM: –Absolutamente.
–¿Cuál es el ejemplo más notorio?
VM: –Hay personajes que vienen de clases sociales muy bajas, como Cavallo, como Aguinis, como…
HM: –Mirtha Legrand.
VM: –Mirtha Legrand. Vienen de mundos de clase media baja.
HM: –El padre de Aguinis hombreaba bolsas en Dock Sud. Después se fue a Córdoba a trabajar en una mueblería familiar, y el mismo Aguinis relata que dormía en una suerte de cuna hecha con cajones de madera. Eso dice él. Pongamos que la mitad de eso ya es bastante. Y sin embargo, después se convierte en una persona que desprecia a la gente que está en esa condición por la que él pasó. Habla de los argentinos como una manada sin cerebro que va detrás de tiranías. Es una marca constante en todos. Blaquier, en una pretensión de ensayo histórico, dice que los indios no solo fueron usurpadores de la tierra, sino también genocidas. Vos te reís, pero lo escribió. Además dice que los que fueron asimilados, aún viniendo de donde venían, fueron tratados muy generosamente, y esa es una forma de mirar al otro que marca al garca por naturaleza. El garca marca como inferior al otro, el que es distinto. Grondona llamando "extraterrestres" a los pobres que venían a Plaza de Mayo el 17 de octubre (de 1945).
–Ustedes hacen una suerte de continuidad histórica en patrones de conducta de los sectores más concentrados, por ejemplo en 1930, 1955 y 2008. ¿Hay un momento emblemático del garca en la historia?
VM: –Más que una especie de garquismo cumbre en las etapas pregolpistas, lo que sí se ve es una constante que es muy interesante para ver en el presente. Los gobiernos son acusados de corruptos, se dice que los presidentes están encerrados en un círculo que los perjudica, se pone en cuestión hasta la salud psíquica del presidente, se habla de turbas…
HM: –Hay otras coincidencias. Se apunta a un supuesto dispendio estatal en el acto social, un desorden. Se agitan mucho los indicadores económicos. En todos los climas pregolpistas hay una mirada puesta siempre por la oligarquía y sus medios en la paridad cambiaria.
–¿Qué cambió entre el garca clásico y el del presente?
VM: –La diferencia entre oligarquía clásica, el latifundista que combinaba el mundo ganadero con las finanzas, a un personaje que se trasnacionaliza y diversifica sus negocios, entonces tiene elementos económicos muy distintos. Yo creo que lo que cambió fundamentalmente es el retiro de las fuerzas armadas como garante de esas continuidades oligárquicas. Junto con eso, hoy los arietes son los medios hegemónicos, para hacer de la cabeza de la gente un campo de batalla que hay que ganar con consignas cada vez más simples y más brutales.
–¿El problema de los garcas es no tener representatividad política?
VM: –Tuvieron problemas con el voto universal a partir de 1912. Antes de eso, Juárez Celman decía "es un error consultar al pueblo para las decisiones políticas". Tuvieron problemas y a veces soluciones. Con el menemismo encontraron un liderazgo con el que cumplir sueños garcas que no habían cumplido en la etapa golpista. Hoy pareciera que están pidiendo a gritos que aparezca ese líder que conjugue esa dispersión en la que están.
HM: –Felipe Cavallo, elogiado por Martínez de Hoz como el que supo llevar la obra a los límites que él no había podido, cuando se incorpora al gobierno menemista dice que sabe que Menem es el hombre capaz de doblegar a los sindicatos para aplicar las privatizaciones. Diría que es casi un momento de lucidez política.
–El libro arranca con una parte conceptual e histórica y finaliza con un listado de 12 garcas de los que se cuenta vida y obra. ¿Cómo fue la elección de esos 12?
VM: –Cada uno tiene su propia lista de garcas y nos dicen por qué este y por qué este otro.
HM: –Hay quienes preguntan cuándo sale el tomo dos, otros cuándo sale la enciclopedia (risas).
VM: –Nos oponemos a la enciclopedia porque creemos que este no es un país de garcas, sino que fue doblegado o amenazado por los garcas.
–¿Pero cuál fue el criterio?
VM: –Que estén vivos, que hayan pasado por el Estado, que hayan tenido posiciones económicas fuertes y claramente oligárquicas, alguien de la Iglesia, como Monseñor Aguer, un medievalista que consideró que la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida era una venganza... Así que bueno, tratando de cubrir un espectro... De ninguna manera es la totalidad. Nos preguntan más que nada por Menem y (Héctor) Magnetto. Son los más nominados al premio de garquismo. Igualmente, los dos atraviesan el libro igual, aunque no les dedicamos biografías específicas.
–Dentro de las definiciones que incluye el libro sobre el ser garca, ¿cuál fue la más pintoresca para ustedes?
VM: –Por ahí hay una que no es muy precisa, pero es muy simpática, porque la toma del tango y es una variante posible, que es la figura del dandy. Que es un oligarca estetizado, que hasta en el caso de Lucio Mansilla toma hasta actitudes contrarias a su propia clase, es un poco excéntrico. Pero la figura del dandy era como una especie de piola y trepador. El tango Dandy, de Demare, Irusta y Fugazot, habla de un dandy que era el soplón de un taquero: "se ha corrido la bolilla de que sos un batidor", dice. Así que un dandy aparece ligado a las oscuridades.
►El garca de oro
Los hermanos Muleiro se ríen cuando se pregunta quién de todos los personajes sería acreedor del trofeo máximo del garca, al estilo Martín Fierro. Piensan. "¿En vez de una persona puede ser una estirpe?", pregunta Vicente Muleiro. Puede, claro. Entonces se despacha: "En ese caso, creo que los
Martínez de Hoz. El primero que llega es José Martínez, que luego se agrega el Hoz para trenzarse con las familias aristocráticas, que es administrador durante las invasiones inglesas, de la aduana, pero a favor de los ingleses. En el Cabildo del 22 de mayo vota por la continuidad de Cisneros. En 1866, en la casa del descendiente, José Toribio, se junta la Sociedad Rural y aportan para la Campaña del Desierto a cambio de papelitos que después significan millones de hectáreas, y culminan su obra con el representante epónimo, que fue enterrado sin homenajes hace pocos días, que cumplió el verdadero sueño garca que es el escarmiento con sangre del campo popular, para desguazar el Estado, bajar los salarios, abrir las importaciones, destruir la industria nacional y volver a un esquema con el que soñó la generación del 80. Es bastante emblemática la zaga de los Martínez de Hoz."
►Yendo de mirtha legrand a de narváez
Francisco de Narváez
“Garca comercial y circense. Este mercader le debe sus principales señas al menemato. (…) Entiende la política como a una consoladora gloria personal y ha avanzado en ella "pagando como un chabón", como dice el tango. Busca apoyarse en sellos y la liturgia peronista. Pero no hay caso. No consigue disimular que es un garca más.”
Mirtha Legrand
“Garca impostada, enmascaró su plálido origen social proponiéndose como modelo de elegancia. (…) Apela “lo que dice la gente” para despacharse con una moralina cerril por la que ni siquiera podría responder su entorno. Aunque su desmemoria selectiva se lo impide recordar, nunca se la vio tan feliza como cuando estuvo rodeada de genocidas.”
Héctor Aguer
“Garca arribista. Hijo de un carnicero de Mataderos, corrigió su falta de antepasados calzándose una sotana. En el Arzobispado de La Plata encontró su lugar en el mundo como apoligsta de calificados antisemitas y garante público de un famoso estafador. (…) Lo perjudica su sinuosa relación con el dinero pero pueden ayudarlo su defensa del genocidio videlista y su obsesión por la sexualidad de los otros.”
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Hugo Muleiro nació en Buenos Aires en 1955. Como periodista desempeñó funciones y cargos diversos en diarios de Neuquén y Río Negro y en agencias de noticias. Fue secretario de redacción de DyN (Diarios y Noticias) y ANSA, y jefe de redacción y luego director periodístico de Télam.
Se especializó en temas internacionales, en particular los referidos a América Latina. Es autor de Palabra por palabra, estructura y léxico para las noticias (2002), y Al margen de la agenda. Noticias, discriminación y exclusión (2006).
Entre otras tareas, colaboró con UNICEF en encuentros y seminarios sobre el tratamiento periodístico de los temas de niñez y adolescencia, desarrollados en varios puntos de la Argentina y en otros países. Es secretario de COMUNA (Comunicadores de la Argentina), entidad que promueve el derecho a la información y la circulación libre de la palabra.
Vicente Muleiro (Buenos Aires, 1951). Es escritor y periodista. Ha publicado las novelas Quedarse con la dama (1994), Sangre de cualquier grupo (1996), Cuando vayas a decir que soy un tonto (2004, finalista del premio Planeta 2003) y La balada del asador (2006). Junto con María Seoane escribió El dictador: la vida secreta y pública de Jorge Rafael Videla (2001) y es autor de 1976/El golpe civil (2011).
También escribió los libros para chicos Don Perro de Mendoza (2003), Los cachorros de Don Perro (2009), Cacao del mar (2009), Los guerreros de French (2010) y Los cuentos de don Vicente Nario (2010).
Como poeta publicó Para alguien en el mundo estamos lejos (1978), Boleros (1982), Pimienta negra (1990), El árbol de los huérfanos (2000), Milongas de modo tal (2003), Ondulaciones (2009) y Los goliardos (2012). También compiló y prologó las obras de los poetas Roque Dalton (Con manos de fantasma, 1998) y Antonio Gamoneda (Lengua y herida, 2002). Realizó la antología de cuentos de boxeo De puños y letras (2001).
En periodismo trabajó en los diarios Sur Argentino, Crónica y Clarín, entre otros. También en el semanario El Periodista. Fue editor de la revista cultural Ñ. Actualmente es subdirector de Radio Nacional, donde conduce el programa Vía libro.