“Les vamos a contar la historia de un viaje. Lo emprenden un explotador y dos explotados. Observen con atención el comportamiento de esa gente: encuéntrenlo extraño, aunque no desconocido. Inexplicable, aunque corriente. Incomprensible, aunque sea la regla. Hasta el acto más nimio, aparentemente sencillo. ¡obsérvenlo con desconfianza! Investiguen si es necesario, ¡especialmente lo habitual! Se los pedimos expresamente, ¡no encuentren natural lo que se produce siempre! Pues en tiempos de desorden sangriento, de confusión organizada y arbitrariedad consciente, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural, nada debe parecer imposible de cambiar”.
Así llama Bertolt Brecht a las personas que se alistan a dar lectura, o a presenciar ya en puesta en escena, su obra “La Excepción y la Regla”, considerada la pieza más acabada. Entre nerviosas risas y reflexiones amargas, los saltillenses tuvimos la oportunidad de apreciar este texto, representado por el grupo Teatro Sin Paredes. Propuesta realizada en técnica clown, el público pudo divertirse con la exacerbación de movimientos y gestos faciales, pero ni todas las provocaciones posibles de risa pudieron evitar que el espectador se conmocionara con la historia.
Escrita en 1930, antes de huir de la Alemania nazi, la pieza habla de los riesgos del capitalismo, entre los cuales está convertir al hombre en un ser egoísta amante de las posesiones y de los nombres. El tema es vigente, muchos autores siguen escribiendo la ambición al dinero y al poder, y en esta propuesta fue la risa el conducto por el cual los espectadores deben detenerse unos momentos y reflexionar respecto al futuro que le espera a este planeta lleno de abusos hacia ciertos sectores. La historia cuenta cómo un empresario ambicioso termina matando al culi, un cargador, por desconfianza, cuando en realidad éste lo único que quería era compartirle las últimas gotas de agua en el desierto. El empresario cree que su empleado lo matará porque ya le ha infringido muchos abusos, y por el sólo hecho de que esta es la regla, es absuelto por la justicia. No comprenden que pueda provenir un gesto de amabilidad de alguien a quien se ha sometido mucho, no es la regla.
Este texto es un llamado a quitarnos la venda de los ojos ante las injusticias y ante los abusos, nos sacude de la indiferencia y nos provoca a buscar soluciones, por más pequeñas que sean, a esos momentos absurdos de egoísmo que cada vez parecen presentarse de manera exponencial, construyendo un dique a la deshumanización. El llamado de Bertolt Brecht, hace más de 81 años, es el mismo de hoy. Atendámoslo.
“Desconfíen del gesto más trivial y en apariencia sencillo. Y sobre todo examinen lo habitual. No acepten sin discusión las costumbres heredadas. Ante los hechos cotidianos, no digan: “Es natural”. En una época de confusión organizada, de desorden decretado, de arbitrariedad planificada y de humanidad deshumanizada...nunca digan “Es natural”. Para que todo pueda ser cambiado...reconozcan la regla como abuso. Y donde aparezca el abuso, pónganle remedio”.