viernes, 2 de enero de 2009

Tres viejas Plumas


CLAUDIA LAPACÓ

¿Cómo te sentís?

Muy feliz. Es un espectáculo muy bello, de puro teatro. No tiene efectos especiales ni vestuarios deslumbrantes; es la esencia del teatro. Y sé que está logrado. Mi personaje es un espíritu que ha tomado forma para unir a sus hijos, que hace 8 años que no se ven. Es diferente, porque últimamente tuve protagónicos absolutos y de mucha fuerza, que hablaban como loros. Acá la madre no habla: es una presencia.

¿Te gustó desde que la leíste?

Cuando la leí me encantó, pero no sabía si daba como para hacer una temporada. No entendía del todo el peso de mi personaje. Cuando la hicimos, en un ciclo de semimontados en el Maipo, lo que recibí del público fue impresionante. Y dije que sí. Es importante la filosofía de vida de mi personaje: es una mujer que tiene muy poco y sin embargo está siempre alegre. Cuando uno está vivo y sano ya es suficiente para estar contento.

¿Cómo te llevás con tus compañeros?

Nos sentimos bien, nos queremos, nos admiramos. Me gusta lo que hacen mis ompañeros. Es triste cuando uno adora a su personaje y no lo puede hacer bien porque quien le da la réplica no está a la altura. Me ha pasado. Esto lo siento como un bálsamo.

¿Cómo te preparás para la función?

Con concentración. Veinte minutos antes nos juntamos en el camarín y después nos damos un beso, nos agarramos las manos y entramos a disfrutar. La obra trata de la infancia, del grupo familiar, de los hermanos, pero a mí no me hace mal porque tuve una niñez muy feliz. Me voy siempre contenta del teatro. Ahora que no tengo que cuidar de nadie, ni nadie me espera, es fantástico, porque soy libre.

¿Cómo ves al teatro actual?

Hay obras extraordinarias, pero prefiero las que están generadas con buen gusto. Me duele mucho cuando se hacen espectáculos baratos.


LA OBRA: Marcelo vuelve al pueblo donde nació, luego de haber huido de allí hace 8 años. No vuelve por decisión propia, un compromiso laboral lo obliga a tomar un micro que lo lleve de regreso. Él quisiera ir, cumplir con su trabajo y volver a la vida de siempre como si nada hubiera pasado; quisiera hacer de cuenta que nunca estuvo allí, o fingir que ese pueblo es cualquier otro pueblo. Pero eso no es posible porque ni bien él baja del micro, se da cuenta de que en ese lugar late parte de su vida. Allí está su casa, la bicicletería de su padre, la plaza del pueblo que lo despidió al partir. Allí está su hermano, un niño de casi cuarenta años a quien todavía extraña.

Allí está su padre, un hombre duro al que todavía teme. Y allí está vívido y real el fantasma de su madre muerta, con sus caricias, sus canciones y su risa clandestina; una madre más presente en esa familia que cualquiera de sus integrantes vivos. Marcelo entonces no podrá salir de ese pueblo indemne. Porque al volver sentirá otra vez en carne viva las heridas que lo hicieron partir, para lastimarlas una vez más o para curarlas definitivamente.

Tres viejas Plumas
de Claudia Piñeiro
Dirección Marcelo Moncarz

Claudia Lapacó, Adrián Navarro, Marcos Montes, Julio López.

Estreno 14 de enero de 2009
en Maipo Club

Funciones
miércoles, jueves, viernes y domingos, 21hs.
Sábados 20.45hs .


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