“...Pero entiendo que también hay al menos otra manera de hacer teatro político. Es la que Tom Stoppard lleva a la práctica en Rosenkrantz y Guildenstern han muerto. Estos son dos cortesanos en el Hamlet de William Shakespeare.
En la obra de Stoppard adquieren el estatuto de protagonistas. Ahora, sin embargo, el punto de vista de los reyes carece de importancia y Stoppard escribe desde la posición secundaria de Rosenkrantz y de Guildenstern. El centro del drama son ellos y los otros personajes giran en torno. Hamlet era una obra política (creo que sería difícil negarlo taxativamente, como también que es más que política, y en ello, quizá reside su grandeza y universalidad). Rosenkrantz y Guildenstern… también es política, más incluso que la primera. Y lo es por el mero hecho de haber cambiado el punto de vista. En poesía es el del poeta, el del llamado yo lírico, en la novela es el del narrador, y en teatro, el de los personajes. Desde dónde se escribe es tan importante como lo que se escribe. No se trata del contenido, importa sobre todo desde dónde se contempla el mundo, que la mirada sea la del escriba sentado o la del héroe, la del renegado díscolo o la del sumiso a la necesidad.”
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