Existe una narración apocalíptica de la realidad a través de los medios de difusión que resulta funcional al poder económico.
En el imaginario social del día a día, la realidad termina siendo aquella representación que se construye a partir de las herramientas disponibles para designarla. En sociedades altamente atravesadas por sistemas masivos de comunicación, esas herramientas son proporcionadas por un dispositivo complejo y concentrado, que impone su punto de vista aún frente a la experiencia individual empírica. Ese sistema forma parte de la realidad social, a tal punto que interviene en su transformación. Su arte está en hacer creer que sólo cuenta lo que sucede, cuando en verdad es parte del proceso de producción de ella misma...
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