Pablo Dacal, uno de los artistas más notables de la nueva canción rioplatense, fue detenido en el aeropuerto de Londres por llevar una guitarra y algunas canciones.
“Estuve incomunicado sin disponer de mi equipaje ni poder salir de una habitación por 15 horas, pero soy libre”.
Unas semanas atrás, después de comenzar la producción de su nuevo disco junto a los pianistas Fer Isella y Ulises Conti, Pablo Dacal partió hacia una gira europea. El trovador tenía programados una serie de conciertos en España, Suiza y buena parte de Alemania. Nada extraño: Dacal no sólo tiene discos editados en el Viejo Continente, sino que es uno de los referentes más notables de la nueva canción rioplatense y ha tocado con maestros como Fito Páez o Fernando Cabrera.
Una de las paradas de su viaje era Londres. Allí, Dacal tenía pensado grabar en los estudios del músico Juan Jacinto (solista, ex-baterista de Rosal y Emmanuel Horvilleur), radicado en Inglaterra desde unos años atrás. Sin embargo, fue detenido durante quince horas en el Aeropuerto de Heathrow y deportado de Inglaterra. ¿Las razones? Una guitarra, un cuaderno y un puñado de canciones.
Todo comenzó cuando, después de completar la tarjeta de inmigración, se dispuso a responder las preguntas habituales sobre las razones de su viaje. “-‘Vengo a visitar a mi amigo Juan’ –dijo Dacal-. ‘¿Por qué viaja con su guitarra, si piensa hacer turismo?’ – ‘Porque soy músico, quizás toquemos o grabemos algo, es mi oficio’ -. ‘¿Entonces piensa trabajar en Londres?’ –‘No, solo grabar y conocer la ciudad, no pienso dar conciertos aquí’-". Luego el oficial llamó a otra oficial para poder hablar en castellano, tomaron sus pertenencias y le pidieron que los acompañara: "cada respuesta resultó más sospechosa para ellos".
Después de un largo interrogatorio –que no escatimó una invasión a su privacidad y otros matices de la ilegalidad-, Dacal debió esperar una hora más en la oficina. “El oficial de guardia me permitió tomar mi cuaderno y el libro sobre Patafísica de mi mochila, pero no un lápiz ni lapicera: son armas de un posible ataque -contó el mismo Dacal en su blog-. Solo entonces noté que las sillas estaban encadenadas al piso, las mesas fijas, y no había elementos peligrosos en la sala. Allí estaba con una americana desorientada y un árabe cansado de esperar, quien sabe por cuantas horas”.
“Regresó mi oficial a cargo, se sentó y me informó que, junto a sus superiores, habían decidido negarme la entrada al Reino Unido. En su carpeta llevaba impresas varias páginas de Facebook y otros sitios web sobre mi y sobre Juan, mis datos personales y varias cosas mas. Me dijo que habían elaborado un informe que quedaría por 10 años en sus archivos. Me acusaron de declararme un simple turista, cuando en realidad iba a grabar con Juan en forma profesional, tanto en su álbum como en el mío. Tenía pasaje de regreso a Alemania para las 9:30 de la mañana, llevaba ya seis horas allí y era la medianoche”.
“Las habitaciones o celdas estaban ocupadas, por lo que podría dormir en la sala en que me encontraba, sobre las sillas, o en un diván aún vacío. Las luces altas prendidas, el árabe dormido, la americana mirando divertida algunos programas en la tv -hasta que le informaron que su entrada también era denegada, y comenzó a llorar. Guardias blancos, negros, árabes: toda raza y creencia al cuidado del Reino Unido. Unos más simpáticos -¿Gusta fútbol? ¿Boca?-, otros distantes. Todos aburridos, encerrados en una sala en la que solo el reloj indica el cambio de la noche al día, tomando café de máquina, actuando al servicio de los presos de frontera, ejerciendo la correcta amabilidad que a nadie permita decir que nos han faltado el respeto. Si necesitábamos comida, solo teníamos que acercarnos a la ventana y dar tres golpes: ellos se acercaban gustosos y serviciales. Estaba preso en el aeropuerto de Londres.
¿Cómo es posible que aún hoy una guitarra resulte peligrosa a los carceleros del mundo? ¿Temen que una canción nos vuelva millonarios y carguemos con todo su dinero? ¿Que nuestro canto atente contra sus buenas costumbres y se desmorone el reino que han unido con tanto esfuerzo? ¿Somos los trovadores esos peligrosos intérpretes de la manzana podrida que crece dentro de las sociedades? Si es así, tenemos un poder que desconocemos y ya es hora de utilizarlo”.
Por la mañana me acompañó un oficial por todo el aeropuerto, pasamos los trámites con rapidez, esperamos juntos y entré al avión en primer lugar, antes que los clientes ejecutivos. Nadie dijo nada sobre mi guitarra en los maleteros, las azafatas me saludaron con su sonrisa habitual, aunque algo desconfiadas por mi aspecto criminal. El oficial me devolvió el pasaporte arriba del avión, y se despidió.
Fui detenido en el aeropuerto del Reino Unido, pero ya estoy de regreso en la amigable Berlin. Estuve incomunicado sin disponer de mi equipaje ni poder salir de una habitación por 15hs, pero soy libre".