domingo, 1 de febrero de 2009

Federico Luppi


Federico Luppi asegura que no es ni será peronista,
pero que a la Ley de Propiedad Intelectual
la reglamentó el gobierno de Cristina,
que se hizo eco de una lucha muy antigua.



Crítico del gobierno de la Alianza, del vicepresidente Cobos y del sistema financiero, está en Buenos Aires filmando una película sobre el corralito bancario, experiencia que le tocó vivir en 2001 y que marcó su exilio. Habla de su trabajo en España, la televisión actual y su apoyo a la presidenta Cristina.



Volvió al país para filmar un guión sobre el corralito, Verano amargo, dirigido por Juan Carlos Desanzo, en San Luis. Mientras, Federico Luppi está buscado una obra de teatro, con productor incluido, para subir a un escenario porteño, ya que el proyecto que iba a dirigir Leonor Manso se cayó. El empresario catalán que lo apoyaba no pudo continuar, debido a la crisis económica. Tan sincero como siempre, analiza la realidad actual.

—¿Qué le atrajo del guión de “Verano amargo”?

—Tiene mucho que ver con mi experiencia personal. El tema es el día posterior al corralito bancario. Los personajes, las situaciones y las incidencias son absolutamente fieles al clima neurotizado de real impotencia de la gente. Mi personaje tiene que ver con mi deseo fantástico o fantasioso de que reflejar ese momento en el cine sirva mínimamente para desenmascarar el mundo de los chorros y de los políticos. Aún no sé quién me va a acompañar en el elenco.

—¿Había visto otro film sobre este tema?

—No. Lo más curioso es que cuando se haga éste, seré el actor que estuvo en las dos películas más emblemáticas sobre las estafas financieras y morales. Plata dulce fue la primera estafa argentina impulsada por Martínez de Hoz y sus “Chicago boys”, con el déme dos. Una de las tantas piedritas de vidrio que la gente compró.

—¿A partir de esta última estafa decidió quedarse en España?

—Me fui porque me quedé sin un centavo, y esto no es un eufemismo. Levantarme todos los días a las seis de la mañana para hacer la cola en el banco, para que me dieran cien dólares de mi dinero, lo sentía como un zafarrancho moral y afectivo desastroso. Viendo además, que los políticos del momento, desde Duhalde y De Mendiguren hasta el staff del gabinete del inoperante de De la Rúa, miraban todo como si ellos fuesen representantes del parlamento finlandés. Nunca tuve tan claro y descaradamente doloroso el destino sudamericano de la vida de uno. Por eso me fui a Madrid, para recuperar mi verticalidad y mi salud.

Fue una experiencia importante porque me permitió entender en carne propia, sin ningún camino filosófico o racional, que hay ciertas instituciones del sistema capitalista que están hechas para lo contrario de lo que uno piensa. Por ejemplo, los bancos no están para ahorrar el dinero del cliente, sino para juntarlo y robarlo. Cuando ocurre un crack bancario en el mundo, como ahora en los Estados Unidos, la ayuda de los Estados va para los bancos, no para los ciudadanos que tienen hipotecas. Cuando ganan privatizan las ganancias, pero cuando pierden socializan las pérdidas. Ahora entiendo casi a la perfección el discurso mentiroso y perverso de todos los economistas, quienes buscan ocultar sus futuros robos; llámense las AFJP o bancos privados extranjeros en la Argentina, no importa el nombre, están planteados para robar.

—¿En España encontró más seguridades?

—No idealicemos, pero como pertenecen al mundo europeo, colectivizado con dos parlamentos, hay un nivel de control mutuo que tiene una economía previsible. Hay una repartición de fondos más equilibrada. España misma fue beneficiada por esos repartos de fondos comunes. Esto le da un sistema de vida que te permite hacer ciertos planes haciendo que tu vida cotidiana tenga menos vulnerabilidad.

—La plata igual hay que ponerla en los bancos...

—Sí, pero ellos no se rigen por los caprichos de un ministro de Economía o de Hacienda perverso, sino por una cantidad de combinaciones de control financiero que no son de ese país, sino del Mercado Común Europeo. Esto hace que los partidos de izquierda o de centroizquierda estén dentro de este mundo capitalista. El PSOE y el PP se diferencian por su comportamiento. El primero plantea legalizar y blanquear la inmigración, las relaciones entre personas del mismo sexo, y quiere combatir la violencia contra la mujer, dándole puestos clave en su gobierno. Hay una intención general en Europa, y es que las políticas de Estado no se rijan por los caprichos de algunos políticos.

—Ser actor argentino le dio un lugar de privilegio.

—No, me dieron trabajo y me trataron muy bien, pero sin privilegios. Creo que respondí con lo que tengo.

—Allí pudo filmar su primera película como director (“Pasos”).

—Sí, pero aquí tal vez hubiera tenido más dificultades, pero me habría salido mejor. Porque hubiera tenido un entorno crítico más contendedor y menos solitario; allí tuve dificultades para conformar un equipo. En Buenos Aires hay una cinefilia muy querendona con aportes espontáneos de saber y contención que te puede apañar mucho más. En la Argentina sabemos sobrellevar inteligentemente la pobreza. Tenemos un sentido práctico de las dificultades; con esto no quiero decir que es mejor la pobreza para la creatividad, sólo que estamos acostumbrados a que con un alambre lo arreglamos.

—Se quedará bastante tiempo... Tal vez lo convoquen desde el San Martín o el Cervantes...

—No lo digo como virtud, pero nunca en mi vida hice teatro oficial. A veces por el cine y, por otra parte, no me hace feliz ensayar dos meses para hacer funciones sólo por ese mismo tiempo. Nunca recibí un peso del Estado. Quiero hacer teatro y jugarme a la taquilla.

—¿En estas semanas, en Buenos Aires, vio teatro?

—Sí, y lo que vi fue muy bien. Esta semana retomo otra vez.

—¿Y los colegas?

—Los veo muy afinados, los veo trabajando muy bien en teatro y en televisión. Mi hijo Gustavo, me mandaba a España Lalola y, ahora, sigo a Los exitosos Pells. Carla Peterson: tiene un gran talento. Es un caso extraño, porque su presencia femenina demuestra además, muchos recursos expresivos. También vi algunos teleteatros, como Valientes y Don Juan y su bella dama. En general, observo un desempeño muy bueno, que no tiene punto de comparación con lo que nosotros hacíamos, porque éramos más solemnes y prejuiciosos. Veo una televisión más dinámica.

—¿Alguna vez se arrepintió de ser actor.

—Arrepentirme, nunca, pero sí medité mucho sobre lo que se llama la profesión, no el oficio. Una cosa es aprender técnicas y enriquecerse con el trabajo: eso es el oficio, lo que uno desarrolla para expresarse. Mientras que la profesión es como la vida misma, un conjunto de estrategias o tácticas de avance y retroceso para que no te devore el egoísmo o la traición en distintos principios. El oficio es el corazón y la profesión son las piernas. Como actor no pienso, pienso como ciudadano. Esto permitió un pensamiento perverso; si un jugador de fútbol o un tenista son buenos, no importa lo que piensan. Mientras que a un actor se le pregunta por el mundo y la política. Si lo que dice Marrale, Alterio o Laplace no gusta, le dan con todo, desde los medios. Nadie debería estar exento de un análisis sociopolítico. Me parece que es una justificación inmoral.

“Hay un feroz gorilismo”...

—¿Los actores no son usados por los políticos?

A mí nunca me usaron. Toda mi vida fui consciente, cuando firmé un manifiesto o estuve en un acto, aun sabiendo que una parte mía podía ser usada. Nunca tuve temor de aparecer como camarada de ruta. Si tengo que apostar por tal o cual hecho político, es natural –como decía Sartre– que a veces haya que meter el brazo en la mierda.

—¿Eso lo sintió cuando fue a Olivos? Los actores fueron a agradecer un decreto...

Eso no es para nada así. Durante 60 años se discutió el derecho; ningún gobierno ni tiránico ni democrático lo había firmado y éste lo hizo. No nos dio nada, decidió por inteligencia, oportunismo, llámalo como quieras, pero hizo lo que nadie había hecho. Me invitaron a refrendar con mi presencia y acepté. Me pregunto por qué los lecheros, los ganaderos y todos los empresarios que van a pedir nunca los veo agradeciendo. La Presidenta no nos dio nada, este gobierno se hizo eco de una lucha muy antigua. En cuanto a los medios, deberían comprender que hoy el partido de la derecha son los medios. No soy ni seré peronista, pero nunca antes había visto un gobierno tan sensato y equilibrado para gobernar. Pero todos los días veo agresión y descalificación contra la Primera mandataria y ecos de desestabilizar.

—¿No ve fallas en la comunicación?

—Hay una permanente descalificación y me pregunto por qué nada le viene bien. Sacaron la Ley 125 por Cobos, él debería haber votado lo que pensaba y luego irse a su casa. Se quedó para tener una oficina gratis y hacer su campaña política, que se la estamos pagando todos. Hay un feroz gorilismo con doce candidatos presidenciales. No veo que exista mordaza, pero sí noto actitudes golpistas en la oposición.




2 comentarios:

  1. lamento que esta vez sí sea usado Federico por el gobierno del feudo de los Rodriguez Saa ¿o quiere disfrazar la situación?? que ningún gobierno le pagó nada?? quien cree que financia este proyecto del Hollywood puntano? RS financia a la empresa que le paga a el.. bueno.. no es directo pero... en san luis el "rey" se dio cuenta que esto es mas barato en propaganda que lo que cobra la agencia de marketing político.

    ResponderEliminar

cholulos