El Día del Teatro Independiente se celebra en conmemoración de la fecha de fundación del
Teatro del Pueblo, en 1930, considerado el primer teatro independiente de Buenos Aires y de América Latina.
Pregunta: ►Estamos en el Teatro del Pueblo, que creó Barletta con el propósito de un teatro popular de calidad. ¿Cree que logró sus objetivos?
Tito Cossa: ►Yo pienso que no era un teatro ni popular ni de calidad. Popular es lo que expresa el pueblo, no lo masivo. Popular no fue Palito Ortega, sino Mercedes Sosa. Eso Barletta lo entendió, lo que pasa es que se quedó muy atrasado con su teatro. Hacía un teatro muy lineal, muy retórico. Y él era un tipo difícil para trabajar. Y el teatro no puede ser nunca masivo. Cuando hacemos un éxito, son 30.000, 40.000 espectadores. Un punto en televisión son 100.000. Y allí fracasa, porque el que tiene un punto fracasa. Acá, en el Teatro del Pueblo los éxitos nuestros pueden ser 5.000 espectadores. Son esas las dimensiones que se manejan. El Teatro del Pueblo fue el primer teatro independiente de Argentina y América Latina. ¿Y qué fue lo que Barletta vio? Que desde un espacio chico se podía hacer un fenómeno de resistencia cultural. Porque no sólo había teatro, sino que venían poetas y exponía Castagnino, Pettoruti, grandes pintores que en ese momento eran jóvenes. Ese fenómeno, que después dio origen a todos los teatros independientes que empezaron a declinar en el ’60 y luego a desaparecer: elencos estables, sala propia; todo eso se fue debilitando, pero quedó este movimiento fenomenal de teatro al que llamamos independiente, aunque la palabra ya no es exacta. Podemos llamarlo teatro de arte o pequeñas salas, donde todo el tiempo se hacen funciones y hay un teatro permanente. Y son formas de resistencia. Es una forma política en sí misma, aunque en el escenario no se haga política. Esta forma de producir, provocar y resistir, de empecinarse con el teatro, es un acto político. Después, arriba del escenario los jóvenes prefieren no contar historias, hacen un teatro mucho más expresionista, menos ligado a un cuento, casi nada ligado a lo social, donde el gran tema es la familia; no como esta obra, que en sí es política. Pero igual, como fenómeno, el teatro sigue siendo político.
El Día Nacional del Teatro se celebra en homenaje a la fundación del
Teatro de la Ranchería, un 30 de noviembre de 1783, que fue el primer espacio donde se representaron piezas dramáticas en el Buenos Aires colonial.
1783: El famoso virrey de las luminarias, el mexicano Juan José de Vértiz y Salcedo, había autorizado a Francisco Valverde para encarar la construcción del teatro en las esquinas de las actuales Perú y Alsina, en la zona conocida como “la ranchería de las Misiones”, porque allí los jesuitas tenían depósitos donde comercializaban algunos de sus productos. Era una especie de galpón con techo de paja y paredes de ladrillo asentado en barro, de 26 varas de frente por 55 de fondo.
El escenario no era muy alto, tenía una garita para el apuntador y en su parte superior podía leerse en dorado: “Es la comedia espejo de la vida”. El palco oficial, destinado al virrey y las autoridades, estaba decorado con cenefas rojas y amarillas. Para iluminar la sala se usaban velas de sebo distribuidas en candilejas al borde del escenario y arañas ubicadas estratégicamente para que ningún rincón quedara completamente a oscuras.
Los papeles femeninos eran representados por hombres, hasta que las mujeres pudieron subir a escena. En aquel contexto cargado de prejuicios, se asimilaba el oficio de actriz al de prostituta.
La Ranchería estuvo en pie 9 años, hasta que se incendió a raíz de un cohete disparado el 15 de agosto de 1792 desde el campanario de una iglesia que impactó en el techo de paja del teatro. Dicen que la cañita voladora no cayó sobre la ranchería de casualidad sino por ciertos hartazgos morales de algunos aficionados a la pirotecnia eclesiástica.