miércoles, 23 de febrero de 2011

TEATRO EN BARRACAS




GONZÁLEZ Y PERSINCOLA...

EL SÁBADO 26 DE FEBRERO, A LAS 21 HORAS, EN EL PASAJE ICALMA 2047, EN BARRACAS

ES APTA TODO PUBLICO

Y NO HACE FALTA COMPRAR ENTRADAS

jueves, 17 de febrero de 2011

LOS DESAGRACIADOS PIERDEN PÚBLICO




La gracia que pierde la gracia termina en ridículo. Y ya no tiene gracia que Elisa Carrió haya dicho intrigantemente que el multitudinario funeral de Néstor Kirchner lo organizó Fuerza Bruta. Y que no fue espontáneo. Le faltó decir que el muerto se murió a propósito como parte del diseño del espectáculo. Cuando un comediante desesperado por recuperar un éxito perdido apela a recursos indecentes está más perdido que el éxito.

Hoy la propia espontaneidad de la “desagraciada” Carrió está en descrédito. A su vez Mauricio Macri, por más que no pare de hacer y decir gracias, no merece que alguna de ellas se remarque. Cuando se tragó el bigote postizo de su imitación de Freddy Mercury alcanzó el punto desde el cual cuanto más quiere hacer reír más vergüenza ajena causa. Si la risa es fácil es que el disparador no es complejo. Al conocerse algunas de las declaraciones de su inspirador Jaime Durán Barba, se verá que aquello es cierto. El laboratorio de gracia del PRO es modesto; pero el basural de consecuencias desgraciadas nunca para. La Ciudad es un banco de pruebas que remite a Shakespeare cuando escribe acerca del cuento contado por un idiota lleno de sonido y de furia. Hoy esta ciudad es ese cuento contado por un idiota sin Shakespeare. Hay público para todo. Lo que a unos divierte a otros deprime.

¿Quién es más eficaz en uno y otro sentido, Capusotto o Santo Biasatti?

Diariamente están los chistes informativos y de opinión de Marcelo Bonelli; que por más afán que ponga en acentuar su natural caricatura opositora, son obvios. Para él todo inflaciona, hasta la humedad y la temperatura. Lo más duro es hacer chistes sin querer y ser objeto de la risa de los otros. A Cobos, por más que se lo estire, no le da el cuero para superar la desorbitada gracia con que celebró aquel voto no positivo. No supo darse cuenta que aquella caravana festiva a Mendoza, desmesurada de mito campestre, fue un mal chiste y él un mal cómico. Es que la impensada comicidad de sí mismo luce igual que el orgasmo fingido. De Narváez no logró que su exitoso “Alica-alicate” no se fuera desafilando hasta convertirse en un chiste viejo. Ya hoy Tinelli no lo subiría más a su espectáculo. Los Duhalde hasta hace poco no paraban de hacer reír y llorar a la platea, pero últimamente lucen como actores que desde el escenario miran con melancolía cómo se les va yendo el poco público que habían conseguido. Lástima, hasta el cartel francés van a ir perdiendo si los resultados de las encuestas no los auspician. Duhalde que pudo quedar en algún umbral menor de la Historia, pero ser historiado, se ha arriesgado a apostar a la prehistoria y al olvido.

La gracia tradicional del radicalismo -sin contar la de De la Rúa, insuperable en toda la gama- ha quedado en candidatos cuyas máscaras tan limitadas y correctas sólo causan alguna gracia en reuniones clásicas de familia. No logran ni de casualidad un espectador joven de piercing o una adolescente de tatuaje en los glúteos. Advertidos del síndrome, se autoexigen contra natura inclinarse de urgencia hacia el centro y a la izquierda. Pero se han ido tanto a la derecha, y han hecho tanto para sobarla y ser sobados por sus medios, que no van a llegar a tiempo a retrotraerse. Para izquierdizarse levemente van a tener que copiar aunque sea un mendrugo del kirchnerismo. Aunque para copiar, tengan que reconocer resignados el recurso imitativo. Pero es que no pueden atreverse siquiera a la copia para no perder el soporte de los medios dominantes que los apoyan. Y, como sigan apoyados y anotando en la libreta esos favores de época, van a llegar a las elecciones endeudados con ellos hasta la quiebra.

Ese endeudamiento involucra a todos los opositores, incluyendo a las sectas redentoras. Leí un graffiti por ahí que me dio pena: parodiaba aquella frase de Sartre cuando dice que si los judíos no existieran, los antisemitas los inventarían. El graffiti dice: “Si el PO no existiera el capitalismo lo inventaría”. Y si, claro. Es como la papita para el loro. También si la tapa del diario La Nación no existiera, WikiLeaks la inventaría. Como soporte para intrigas contra gobiernos populares es el medio más confiable. Disculpen esta gracia adolescente. Aseguro que no es corrupta ni inflacionaria, y no es inseguridad, como la cadena de males que inspira a la gracia opositora. Es que estoy dulce: acabo de leer todas las encuestas acerca de la intención de voto que destacan las óptimas chances del Gobierno. Todas no: porque las de “Poligarquía” las salteo. A sus encuestadores se les nota el tesón por producir alguna gracia antikirchnerista abusando de la fantasía estadística.

Ah, quien acaba de perder su última y agónica gracia aeronáutica es el director de cine y ex piloto Enrique Piñeiro. Un diagnóstico mundial de expertos, difundido desde Alemania -Jacdec- califica a Aerolíneas Argentinas en el puesto octavo entre las diez líneas áreas más seguras de las miles que operan en el mundo. Pensar que Enrique Piñeiro se la pasó sembrando el terror desde hace una década. Sus propaladores mediáticos lo entrevistaban día y noche, porque cada radar que él denunciaba como inútil, cada avión a estrellarse les servía como oposición al Gobierno. Es probable que haya obtenido beneficios porque el género rinde, y él llegó a ser primera figura del entretenimiento. La mayor gracia del ex piloto -igual que la de la Carrió- es que cuanto más catástrofes predicen más seguro está el público.

Tampoco Carlos Reutemann recuperará el cetro de hipotético y gracioso aspirante a la presidencia abstracta en continuado. Cada vez que vuelva a salir a escena a dudar sobre sus dudas, su gracia será previsible. Desunido o unido con los malos o con los buenos, Reutemann no conseguirá, ya no sólo conservar su antiguo lugar de “casi”, sino que se tendrá que ir conformando con menos. O mucho menos. Si se lo mira en relación a sus atributos políticos lo que ya obtuvo lo excede.

Es lo que pasa en el amor con ciertas famosas parejas: ahí está Shakira en brazos del futbolista español Gerard Piqué. Y está Antonito de La Rúa, quien deberá resignarse a no poder repetir aquella gracia afortunada que desde Colombia le proveyó de fortuna. Hay azares, hay suertes que suceden una sola vez en la vida. Y hay gracias que se hacen más gracia y hay otras que se desgracian para siempre.

Ahí está la exención a los jueces a pagar impuesto a las ganancias. Desde siempre que están exentos graciosamente. Son intangibles. Como los curas son célibes. Todos los ciudadanos son iguales ante la Ley salvo que unos son menos iguales que otros. No hay que perder las esperanzas. Algunos de los ministros de la Corte Suprema están dispuestos a ceder el privilegio. Con “acordar” una acordada bastaría para anularlo. Producirían un hecho memorable de ampliación de la ciudadanía. Más improbable sería que un día de éstos, voluntaria y unánimemente, los más de 20.000 jueces en ejercicio, pasaran por la ventanilla con su mejor gracia a pagar motu proprio lo que la AFIP no puede exigirles. Eso sí que es gracioso.

¡Y dale con la gracia! Es que hay mucha y hay poca o no hay nada. Es un don, como todos, repartido desigualmente. Un caso es el de Felipe Solá, despilfarrador de su gracia y apostador empedernido en pérdida creciente. Todavía está a tiempo y a lo mejor recupera unas fichas.

A algunos protagonistas políticos les pasa lo mismo que a las actrices y actores que de tanto pasar por el quirófano pierden todos los gestos y movimientos de las facciones. Hay actrices que cuando actúan y quieren demostrar un estado de ánimo ya no se sabe si están vivas o si están muertas pero con los ojos abiertos. Se dice que hay directores de cine de Hollywood que cuando las tienen que dirigir las hacen actuar solamente en escenas donde no tienen que expresar ningún sentimiento. Y aun así quedan falsas. También les pasa a los políticos. Que si abusan de tantos cambios de rumbo y de objetivos -y dejan que les diseñen la imagen creativos fantasiosos-, acaban perdiendo la identidad de origen. Y ya no son -no sólo de derecha o de izquierda o de centro- sino que no son nada político. Ni apolítico.

Y está ese contraste entre el oficialismo que acrecienta la dinámica de su militancia, y la oposición que se ha se ha ido desganando. Desagraciando.

Igual que la virginidad o la castidad que una vez usadas no se recobran, la gracia que se perdió no vuelve. Y por más que se renueven comediantes e incorporen a graciosos, los elencos opositores no podrán superar los anacronismos de sus libretos.

Es lo que está en su naturaleza.

Como está en la de ciertos políticos su propio encantamiento. La mejor gracia que oí dice que hay un candidato varón encantado consigo mismo.

Es fácil acertar de quién se trata.



domingo, 13 de febrero de 2011

¿Por qué en la Argentina hay radios que sólo pasan canciones en inglés?




En 1982, en pleno conflicto con Inglaterra por la Guerra de Malvinas, la dictadura que encabezaba Leopoldo Fortunato Galtieri prohibió por decreto la difusión de música extranjera en una medida insólita, demagógica y patriotera que generó un cambio muy fuerte en las programaciones de las radios argentinas. La medida, que duró apenas unas semanas, y en cuya lógica Los Beatles y los Rolling Stones eran voceros de Margaret Thatcher, originó un efecto impensado: disparó el boom del rock nacional, cuyos intérpretes jamás habían sido difundidos en paridad de condiciones por las emisoras desde su aparición, a mediados de los ’60.

Los que vivieron aquella época tumultuosa y contradictoria recordarán de qué manera extraña en las mismas radios que antes los censuraban sin decirlo comenzaron a sonar temas, intérpretes y hasta discos completos que, por mucho tiempo, habían juntados polvo en los anaqueles de lo que no se programa. Sin la música en inglés, cuya difusión era respaldada económicamente por los sellos multinacionales, con publicidad paga y de la otra, de repente las radios argentinas parecían, en lo artístico, radios argentinas. Radios obedientes a una dictadura que tenía una serie de 300 temas prohibidos por el Comfer.

A casi 30 años de aquellos hechos, un extranjero que llega a la Argentina buscando escuchar por radio las novedades o las grandes clásicos de la música nacional, muchos de cuyos intérpretes tienen reconocimiento mundial, se encuentra con una sorpresa importante. Salvo que tengan apoyo explícito de la hoy decadente industria discográfica, los intérpretes argentinos casi no suenan en las radios argentinas. Es mucho más fácil encontrar en una radio nacional un tema de Shakira que uno de Adriana Varela. Se programa muchísimo más a Coldplay que Atahualpa Yupanqui. Las canciones de una tonta y pasajera estrellita televisiva como Selena Gómez rotan en las emisoras con una continuidad que nunca tuvo en vida Mercedes Sosa. Hay colmos, como radios prestigiosas del espectro de la FM porteña (Aspen 102.3, Blue 100.7 o la Metro 95.1) que no pasan música en castellano. Sólo pasan música en otros idiomas, salvo circunstancias muuuuuuuy especiales. Para sus propietarios, gerentes de programación, y aún para sus locutores, conductores y periodistas, este proceso, que llaman de segmentación del público, es natural. Si hay gente que las consume, las programaciones tienen sentido. El viejo truco de sus colegas de televisión, que justifican sus barrabasadas de programación afirmando que le dan al público lo que el público quiere. Dicen: así como hay radios que sólo pasan música en español, nosotros sólo pasamos música en inglés. Very good. En el interior, encontrar radios de FM con personalidad local definida es raro. Todas parecen seguir un modelo con sede en Buenos Aires, cuando no son, en rigor, repetidoras.

Argentina construyó durante mucho tiempo argentinos que desprecian lo propio y santifican lo ajeno. Argentinos que dicen con desprecio “este país”, en lugar de “mi país” o “el país”, encontrando siempre razones válidas. En el rubro del consumo cultural, millones de personas dijeron durante años que no veían cine argentino porque les parecía berreta, que no leían literatura latinoamericana porque les resultaba inferior a la europea, que no estaban dispuestas a pagar por una ópera si era de un compositor nacional, porque nunca estaría a la altura de una de Verdi, que preferían La Paloma a Mar de las Pampas, en una extensión de la preferencia sobre Palermo Viejo frente a Barracas.

Ese comportamiento snob, superficial y ante todo inculto, perdura en el tiempo porque está alentado por factores de poder económico que los propios consumidores desconocen. Hay muchos jóvenes que escuchan una radio, por ejemplo Rock & Pop 95.9 o Mega 98.3, sin saber que detrás de cada una de ellas hay negocios, acuerdos y pactos con productores de espectáculos que predeterminan las líneas generales de programación. La gente consume, entonces, productos cuya difusión está en estricta relación con el dinero que gana la empresa que los promueve, sin que pesen para nada las calidades artísticas. Durante años, Rock & Pop promocionó los espectáculos que organizaba Daniel Grinbank porque Daniel Grinbank era su propietario, o el gerente de los nuevos dueños (que además, aunque sea un detallecito, violaban las leyes argentinas porque acumulaban emisoras aprovechando la inacción del Estado). Cuando el empresario se peleó con sus ex socios, a los que denunció además como vinculados al narcotráfico en México, Rock & Pop hacía como que no sabía que tocaban en Buenos Aires ¡¡¡los Rolling Stones!!!

¿Habrá en China chinos que digan que aman el cine, pero sólo ven cine extranjero? ¿Habrá en Inglaterra ingleses que escuchen canciones pero sólo si están interpretadas en otros idiomas? ¿Existirán en Estados Unidos lectores que detesten la literatura estadounidense? ¿Existirán en Francia emisoras de radio que no pasen, salvo accidente, temas de artistas franceses? Está claro que el gusto por el arte no puede imponerse, pero también que si hay difusión extrema para ciertos artistas o géneros y ninguna para otros, es imposible que el público pueda conocer y disfrutar de valores que son de interés artístico central. Salvo honrosas excepciones, las radios masivas no pasan hoy a Larralde, Goyeneche, Yupanqui, Pugliese, Aquelarre, Mercedes Sosa, Spinetta, Cuchi Leguizamón, Gardel, La Camerata, Cafrune, Edmundo Rivero, Moris, Piazzolla, Alma y Vida, Suma Paz, Floreal Ruiz, Ginastera, Troilo, Los Trovadores, Dino Saluzzi o Eduardo Falú, entre muchos grandes de verdad, privando así al público de recordar o conocer a artistas, canciones y obras que están clavados en el corazón de la cultura nacional y popular.

En AM, cuando un tema va por los 90 segundos, operadores, productores y hasta gerentes artísticos se ponen nerviosos. ¡Hay que hablarle encima o pasar a la tanda comercial, o a otro asunto porque del otro lado, suponen, la gente se aburre! Del otro lado, en rigor, miles de oyentes braman por la falta de respeto que significa no dejar que termine un tema de tres minutos. Pasa todos los días. En las FM, salvo las especializadas, como La Folklórica 98.7 o FM Tango 92.7, la enorme mayoría de lo que se programa, por “criterio artístico” (en realidad, muchas veces comercial), pertenece a una visión de la Argentina como una colonia artística anglosajona. Para colmo, algunas de las que pasan música en el idioma propio parecen, la mayor parte del tiempo, emisoras de Miami.

Es insólito para una sociedad madura que tenga que venir el Papá Estado a poner las cosas en su lugar con los contenidos artísticos, para que lo nacional tenga el mismo respeto que lo importado, en un país con una cultura musical más que notable. Pero si no lo hace el Estado, que tiene una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley 26.522) en aguas de borrajas, y no por su culpa, ¿quién lo hará? No lo harán aquellos que difunden con pasión de conversos a Daddy Yankee, Amy Winehouse y Lady Gaga, todos artistas interesantes, pero jamás pasaron, ni por equivocación, un tema de María Elena Walsh. Salvo el día que se fue al cielo, o al infierno, de los artistas.





domingo, 6 de febrero de 2011

TV DIGITAL ABIERTA x 13





Se suman 4 nuevas señales a la TV Digital Abierta

Con Tateti, Video Éxito, Argentina HD y Suri TV ya son 13 los canales que se pueden recibir de manera gratuita por el Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre.

La Televisión Digital Abierta dejó de ser un proyecto para ser una realidad que llegará a millones de argentinos en forma gratuita sin tener que pagar un abono mensual para poseer un servicio de cable o de televisión satelital privada.

A los 9 canales que ya se emiten (Encuentro; Paka Paka; Incaa TV; Canal 7, Gol TV; Vivra; CN23; C5N y Telesur) se le incorporan 4 nuevas señales que desde el fin de semana están dentro de la plataforma de TV Digital gratuita para que el espectador pueda disfrutar.

Las nuevas señales que ya se están emitiendo en periodo de prueba son (señal infantil); TatetiVideo Éxito (canal de música); Argentina HD (canal de turismo argentino); y Suri TV, el canal que une los pueblos originarios, con transmisión de programas de Paraguay, Chile, Bolivia y Ecuador.

fuente tda


sábado, 5 de febrero de 2011

EL LAMENTO DE PABLO SIRVEN




La batalla cultural que se viene librando en nuestro país desde hace siete años acerca del periodismo, va inclinando el combate hacia el desenmascaramiento de los pretendidos medios independientes, portadores de una pretendida objetividad ahora cuestionada.

Pablo Sirven
es un periodista dedicado a la crítica de los espectáculos y que últimamente incursiona en temas más generales siempre fiel a sobreactuar la línea editorial de su medio.

Tiene varios libros publicados como “Breve historia del espectáculo en la Argentina”, “La mirada incandescente” y algunos en coautoría, entre otros con Carlos Ulanovsky como “ Siempre los escucho” y con éste último y Silvia Itken “ Estamos en el aire”.

El lamento de Pablo Sirven, su desgarro profundo, está reflejado en su artículo en la tribuna de doctrina del 29 de noviembre bajo el título de “El nuevo periodismo militante” donde escribió : “Tal fue la salva de escupitajos conceptuales que han mantenido sobre la expresión "periodismo independiente" que hoy ya son pocos los que se atreven a seguir usándola”. No fueron los escupitajos conceptuales Pablo, los que inclinan el terreno: es la flagrante mentira lo que está siendo triturada. Pero dejemos que el escriba mitrista diferencie al periodista independiente del militante.


“Pero no les alcanza: ahora van por más. Ya hace rato que expresan su ateísmo en torno a la existencia de la objetividad y su afán por descentrar de manera bastante grosera la postura apartidaria que procuran tener los "periodistas profesionales" en el ejercicio de su actividad, en contraposición con quienes se vienen reivindicando con orgullo como "periodistas militantes".

¿Cuál sería la diferencia entre un "periodista militante" y un "periodista profesional"?

El primero antepone su ideología a la información, a la que interpreta a través de aquélla. Cualquier noticia debe servir, antes que nada, a la "causa". Lo demás se descarta o minimiza. Esto sucede, hasta las últimas consecuencias, en los regímenes totalitarios donde se publica exclusivamente aquello que es útil al gobierno y se silencia por completo a los que no se disciplinan verticalmente al "pensamiento único"
.

El "periodista profesional", aunque tenga ideología, de todos modos tratará de dejarla a un lado y procurará abordar la noticia sin preconceptos, tratando de mostrar sus múltiples matices y contradicciones. Naturalmente, se trata de una persona y como tal no está exenta de pasiones y puede equivocarse. Por otra parte, se expresará dentro de los márgenes de la política editorial de la empresa periodística donde se desempeña”.

Es difícil encontrar un periodismo más militante que el desarrollado por el diario La Nación desde su fundación, precisamente uno de los medios que posa como emblema del periodismo independiente. Su fundador Bartolomé Mitre fue el representante de los comerciantes del puerto de Buenos Aires que resultó triunfador en los 60 años de guerras civiles. Fue el que arrasó con los caudillos norteños como Felipe Varela y el Chacho Peñaloza. Sus coroneles como Sandes, Irrazábal, Paunero, fueron adelantados en sus crueldades a los que practicaron los esbirros del terrorismo de Estado en la dictadura establishment militar de 1976 a 1983.

Una anécdota contada por Miguel Hernández en su libro “Vida del Chacho” y recogida por Vicente Massot, colaborador de La Nación y justificador del terrorismo de estado en su libro “Matar y morir” aclara con precisión los tantos:

  • “A las cinco de la tarde, poco más o menos, el dueño de los llanos de la Rioja, Ángel Vicente Peñaloza, y todos sus jefes y oficiales, se presentaron en el campamento de Rivas. Con ellos estaban Bedoya y Recalde, los enviados de Paunero. Peñaloza entregó sus armas y todos los prisioneros que tenía. Antes de hacerlo, el caudillo riojano preguntó a los mitristas si los habían tratado bien. Le contestó un coro: “¡Viva el general Peñaloza!... Entonces, como era lógico, el Chacho reclamó sus prisioneros. Ningún jefe del ejército nacional se animó a confesar que habían sido fusilados sin juicio ni misericordia”.

Como la historia es una película y no una mera sucesión de fotos, no puede extrañar que mucho años después los herederos de Mitre instigaran y justificaran el terrorismo de Estado. Es en ese escenario, Pablo, que tu pecho se inflama de entusiasmo cuando aludís a la ética, la moral republicana, a la democracia, al estado de derecho y a la división de poderes.

Mitre fue el que condujo los ejércitos de la Triple Infamia que destruyó al Paraguay después de perpetrar un genocidio. A la finalización de la guerra, el regreso del ejército triunfante fue la causa de un gigantesco brote de fiebre amarilla. Al poco tiempo el general que comandó las fuerzas vencedoras fundó el diario La Nación, que sería el guardaespaldas de sus infamias.

Escribió y falsificó la historia oficial, que fue la que testimonió la visión de los triunfadores en las guerras civiles. Su coherencia política es irreprochable: crítico de los gobiernos populares, apoyó los golpes de 1930, 1955, 1966, y 1976. En cambio, en el terreno económico su discurso más que centenario abdicó ante sus intereses privados. Predicador de la libre competencia, no tuvo empacho de tener con Clarín, el monopolio de Papel Prensa. Antes que asumiera Néstor Kirchner, uno de sus máximos directivos, Claudio Escribano le presentó un pliego de condiciones que debía cumplir bajo apercibimiento que de no hacerlo, su gobierno no duraría un año. El santacruceño hizo lo contrario a lo intimidado y La Nación inició una cruzada para castigarlo, abdicando de las más elementales prácticas periodísticas para hacer realidad aquella promesa.


Con esta historia: ¿dónde está el periodismo profesional que define Pablo Sirven? Es ese profesionalismo el que omite la muerte de Perón entre los acontecimientos relevantes en el libro editado por Planeta, en el año 1998 llamado “La Nación: los grandes sucesos del siglo a través de sus primeras páginas” prologado por José Claudio Escribano cuya primera frase dice: “La primera plana es la gran vidriera de un diario.”

¿No es precisamente la quintaesencia del periodismo militante que siempre ejerció La Nación?



cholulos