lunes, 18 de mayo de 2009

TINELLI y los CHICOS



El ShowMatch modelo 09 desempolvó, junto a sus segmentos clásicos, una polémica que años atrás ya le había traído problemas a Marcelo Tinelli: los niños como participantes de sus concursos. El jueves 7 de mayo, quince parejas de entre 8 y 12 años, provenientes de distintas provincias argentinas y el Uruguay, inauguraron Bailando Kids, con un jurado compuesto por Reina Reech, Laura Fidalgo, Miguel Ángel Cherutti y Carmen Barbieri. Así, los menores ocupan el lugar que el año pasado fue para vedettes, Cicciolinas y bailes del caño, en la versión adulta –¿para adultos?– del mismo concurso.

El Comfer ya abrió sumario y se prepara para aplicar sanciones. En principio, por violación de la ley que dice que, después del horario de protección al menor (8 a 22), no puede haber niños en pantalla, a menos que estén en la tribuna y/o a menos que –atención a la sutileza– se explicite claramente que se trata de un programa grabado. Las autoridades del organismo también estudian asuntos “más graves” vinculados al contenido, en particular a la asociación de los chicos participantes con palabras como “sensualidad”, “vedette” o “sexy”, que se escucharon mucho en la primera semana del certamen. Los chicos de los programas de televisión, ¿sufren una exposición de efectos traumáticos o se trata de niños archiacostumbrados a la exposición, desde el intercambio de fotos del Facebook hasta los realities? ¿Es esto trabajo/explotación infantil, o apenas un show más, incluso más cándido que muchos otros y que ni siquiera ofrece demasiadas novedades?

ABUSO Y MALOS ANTECEDENTES. “Muy sexy bailando este reggaetón, un sexy que se entiende dentro de lo que es la niña. Muy atractiva, muy seductora”. Así le habló Barbieri a la participante Zaira Fuentecilla, de 9 años. Su comentario, más allá de la confusa aclaración sobre “un sexy que se entiende dentro de lo que es la niña”, junto a los contoneos de los chicos con el “perreo” del baile, encendieron la llama y pusieron en estado de alerta a los especialistas en infancia.

“Los chicos tienen sexualidad de chicos, que está bien entre ellos: el problema es cuando interfiere un adulto”, dice Isabel Monzón, una de las profesionales indignadas más visibles en un famoso episodio de Agrandadytos, cuando en 2005 Dady Brieva le dijo a una chiquita que le mostrara la bombacha y se armó un escándalo. Para Monzón, “lo que se hace en este tipo de programas es abuso”, y los principales responsables “son los padres que quieren hacer plata con sus hijos”.

En Radio Continental, la pediatra Mirta Kelman coincidió en “abuso” como diagnóstico: “Nunca se vio tanta contradicción entre lo que se quiere educar y lo que expone en los medios hacia los niños. No se dan cuenta de las consecuencias de lo que están exponiendo a sus hijos, hay una colonización del territorio infantil. Tinelli no puede, con dinero, pasar por encima de todas las leyes de protección al menor”.
Beatriz Janin, directora del posgrado de especialización en psicoanálisis infantil de la Asociación de Psicólogos, pone el foco no sólo en los participantes del programa, sino también en los que están del otro lado. “La distorsión del contacto entre una nena y un nene, que arman un juego erótico entre ellos absolutamente precoz y no bailan como chicos, sino que fueron preparados para un tipo de baile en donde lo que se juzga es la conexión con la pareja o las miradas entre ellos, no es que van a jugar y a bailar. Eso es un problema no sólo para ellos sino para los chicos espectadores, porque reciben un estímulo que no pueden metabolizar ya que no tienen los elementos para hacerlo, y quedan desprotegidos”. Además alerta sobre las consecuencias: “Después no nos sorprendamos de algunos fenómenos que se dan en las escuelas con chicos que tienen un juego de seducción precoz”.

Para Gabriel Mariotto, titular del Comfer, primero se infringe la ley. “Como ya lo hizo Tinelli en Canal 9, y hubo una multa de unos 900 mil pesos. Los chicos, después del horario, pueden estar en TV, pero sólo en la tribuna: no pueden estar trabajando”. El director nacional de Supervisión y Evaluación, Gustavo Bulla, da más detalles: “La ley prohíbe que aparezcan menores actuando fuera del horario de protección, salvo con una leyenda expresa que diga que el programa fue grabado. Como esa leyenda no aparece en el programa de Tinelli, además relacionado con el envío de mensajes de texto, que genera la sensación del falso vivo, eso no se cumple. Además estamos estudiando seriamente el uso de lenguaje inadecuado hacia los chicos y el tipo de baile que les hacen hacer”.

Los últimos debates sobre chicos en la tele se dieron justamente en 2005, cuando las principales figuras, en lugar de compartir a Antonio Gasalla, recibieron feas acusaciones. Susana Giménez comenzaba con Minimusic y Tinelli con 30 segundos de fama Kids. En el caso de la diva, el conflicto se generó cuando Pablo Ramírez (ex PopStars y Operación Triunfo) hablaba al aire con chiquitos que querían cantar, representando al mismo personaje de “malo” que en los otros ciclos. A una nena de 6 años le dijo que se tenía que esforzar más y pidió un aplauso para la banda por haberla seguido en su actuación fallida. Los padres –cuándo no– recurrieron a los programas de la tarde, pero no para acusar al jurado de crueldad, sino para pedir otra oportunidad para su hija. Esto obligó a que se cambiaran las reglas y a partir de allí ningún chico fue eliminado; todos ganaban, todos felices, y los chicos seguían en pantalla.

Con el “Cabezón”, los problemas fueron más serios. Durante su paso por Canal 9, cuando el rating comenzaba a serle esquivo, echó mano a la palabra Kids y en una emisión siguió con la cámara a uno de los chicos al baño porque quería hacer pis, lo ayudó a bajarse el pantalón y la cola del nene quedó en pantalla. En otros tramos, nenas menores de 8 años, apenas cubiertas, bailaban danza árabe mientras los humoristas –convertidos en reidores– festejaban a la sex symbol extra small. Los diálogos giraban en torno a noviecitos y prematuras relaciones sentimentales. Un poco como ahora cuando, en Bailando Kids, Marce quiere saber de pequeños amores o le entrega, como sorpresa para la minibailarina con mayor puntaje, un momento con el bonito Rodrigo Guirao Díaz, el chico de sus sueños, para la posteridad. “Se les pide que hablen como grandes y contesten como si el adulto fuese igual, y eso los lleva a confundir lugares y suponer que son adultos a los 8”, dice Janin.

En cuanto al riesgo de que el show se transforme en un mar de lágrimas infantiles, tampoco en Bailando Kids, como aclara Tinelli una y otra vez, se elimina a nadie, porque todos tendrán su segunda oportunidad: el repechaje. Magalí Carrillo e Ignacio Molina quedaron fuera del concurso, entre abrazos y llantos de sus compañeros, pero volverán.

En términos de negocio televisivo, los chicos garantizan audiencia y son más baratos que las grandes estrellas con cachet y representante. De todas formas, con apenas cuatro emisiones, el mini Bailando es el segmento más flojo de la vuelta de ShowMatch en términos de rating. En la emisión del jueves último alcanzó 22 puntos –10 menos que los días dedicados al humor de Gran Cuñado–, quedó tercero en su horario y en un tramo de la competencia fue superado por el Justo a tiempo de Weich. Anteanoche, el promedio fue aún menor: 19,8, lo que explica la decisión de levantar el segmento los próximos días jueves.

LA CULPA ES DE LOS PADRES. Mex Urtizberea, del recordado Magazine For Fai, dice: “Grabábamos dos horas los sábados y venían a jugar, no les daba una letra para que la dijeran bien, cuidaba que los pibes fueran normales, que no faltaran mucho a clase, y nunca dejaba entrar a un padre”.

“Los padres son lo peor –agrega– y les meten en la cabeza la idea de ser famosos y salvarse. Porque el tema es salvarse económicamente. Es patético, es como que han criado a alguien para que les dé guita, para que los salve. Pero aquello era muy diferente porque salía en cable: al pibe que aparece en lo de Tinelli al otro día lo conoce medio país; andá a explicarle cómo es esto, ¡les revienta la cabeza! Siempre enternece que un pibe haga cosas de grande, pero si lo piensan es una locura. Lo más maravilloso que tienen los pibes es la ingenuidad, que pierden llegando a la adolescencia, y es una locura que la pierdan a los 5”.

Con Mex coincide Dady Brieva, otro humorista que supo transitar por un exitoso programa televisivo basado en la participación de los niños. “Hoy, los chicos trabajan. Lo demás es hipocresía. Todo lo que se dice son pavadas porque se ha hecho, y existe, una industria del casting, que reemplaza a la madre que hacía faltar a clase a su hijo para llevarlo a un concurso de televisión a ver si quedaba. Si no, ¿por qué antes había diez chicos y hoy hay cien mil? Es una salida laboral. En publicidad hay bebés que salen con madres amamantando. El Comfer es hipócrita, y con los derechos del niño las pelotas: son apenas un enunciado, una bandera quimérica que se levanta pero que no existe. No hay nada de qué escandalizarse. Prefiero un chico en Bailando por un sueño que otro vendiendo paco o pidiendo en un semáforo. ¿De qué derechos humanos me están hablando? ¡Que se vayan a la concha de su madre! Además, los chicos se preparan. En Agrandadytos, no dejaba una madre adentro del estudio, porque los padres les dicen qué hacer, hablan por ellos y deciden por ellos, ¡son unos hijos de puta! Los chicos tienen que jugar. Entonces, si tenés una nena que es como Andrea del Boca y te hincha las pelotas para que la lleves a un casting, está bien, pero hay muchos que no quieren hacerlo y son los padres los que los arrastran. Yo nunca dejé que un nene se pusiera mal, y si alguno lloraba, yo cortaba. ¡Pero los padres querían que siguiera! ¡El nene no les importaba!”.

Del otro lado, Hugo Midón cree que la exposición no es buena para los niños. “Para mí, es desagradable –dice–. Hay un gaste de la participación de los chicos, un reírse de lo que hacen, y hay una participación que, o no se paga o se paga con monedas, y se arma un programa con monedas. Se ponen chicos, sin experiencia en televisión, en una situación de exposición brutal, muy comercial y que funciona bien, pero no me parece bueno para los niños”.



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